El 'Galaxy 15' está fuera de control y puede provocar interferencias de telecomunicaciones
El control del Galaxy 15 se perdió el pasado 5 de abril y los expertos le han enviado ya casi 200.000 comandos sin obtener respuesta. El lunes pasado se hizo el último intento de recuperar su control mandándole órdenes a gritos, es decir emisiones con alta potencia, durante media hora, pero no sirvió de nada. Intelsat, la empresa propietaria del artefacto, está buscando soluciones contrarreloj en colaboración con su competidora SES, dueña del AMC-11. Estos satélites están en órbita a 36.000 kilómetros de altura y no hay riesgo de que caigan a la Tierra en varias decenas de años, pero los problemas comerciales asociados a un incidente así no son en absoluto despreciables.
El espacio es muy grande, pero en determinadas órbitas especialmente útiles también hay muchos artefactos y los percances son cada vez menos raros. El Galaxy15, como decenas de satélites de telecomunicaciones, está en una órbita especial, denominada geoestacionaria. Fue el ingeniero y novelista Arthur C. Clarke el que se dio cuenta, hace más de medio siglo, que un cuerpo en órbita de la Tierra, a 36.000 kilómetros de altura sobre el ecuador, gira alrededor del planeta a una velocidad acompasada con la rotación del mismo; así el satélite está aparentemente fijo en el cielo, pudiendo actuar como un repetidor de telecomunicaciones que cubre siempre el mismo territorio. Es tal la utilidad de esta órbita geoestacionaria que está repartida para su utilización por los satélites.
El Galaxy 15, construido por la empresa estadounidense Orbital Sciences Corporation, tiene asignada una zona a 133 grados Oeste, pero al convertirse en un zombisat ha empezado a desplazarse -siempre con los repetidores funcionando- y se encamina hacia la posición de 131 grados Oeste, donde está el AMC-11. Los ingenieros calculan que entrará en territorio del vecino el 23 de mayo y no saldrá hasta el 7 de junio. En esos días se pueden producir interferencias entre ambos que afecten seriamente a los clientes del satélite operativo, sobre todo empresas de medios de comunicación, informa Spacecom. Para mantener el servicio contratado con el Galaxy-15, Intelsat ha desplazado hasta la posición de 133 Oeste otro satélite suyo, mientras que SES esta planeando alejar el suyo durante los días críticos al tiempo que diseña estrategias para garantizar el servicio a sus clientes si el AMS-11 se ve afectado por el zombisat.
Después de la crítica invasión de la parcela orbital del vecino, el Galaxy-15 entrará en zonas asignadas a otros satélites, pero son de su misma compañía: los Galaxy-13,Galaxy-14 y Galaxy-18.
El satélite averiado, de dos toneladas, lleva 24 transpondedores (receptores-emisores); fue lanzado al espacio en un cohete europeo Ariane-5 el octubre de 2005 y estaba diseñado para funcionar 15 años. La empresa Orbital cree que el fallo que ha provocado la pérdida de control pudo deberse a una tormenta solar registrada a principios de abril.
Dado que este tipo de percance no se había producido hasta ahora, insisten las empresas espaciales, hay incertidumbre acerca de lo que puede pasar en los próximos meses con elGalaxy-15. Los responsables no planean hacer mas llamadas de alta potencia por temor a que el remedio sea peor que la enfermedad, es decir, que esas llamadas produzcan interferencias en los satélites vecinos. Los intentos de enviar al zombisat señales diseñadas para estropearlo del todo no han tenido éxito. Llegará un momento en que el satélite perderá su orientación correcta, sus paneles solares dejarán de captar la radiación solar, se agotarán las baterías y se apagará solo. Según los cálculos, este apagado por agotamiento podría producirse hacia finales de julio.
Después, los expertos explican que se desplazará hacia una de las dos zonas orbitales denominadas pozos gravitatorios. Responden a perturbaciones del campo gravitatorio terrestre y los satélites no operativos tienden a concentrarse en ellos. Se calcula que 150 y 200 de estos cadáveres espaciales oscilando en los pozos gravitatorios (uno a 105 grados oeste y otro a 75 grados Este, informa Spacecom). Los operadores de artefactos espaciales deberían seguir la recomendación de aparcar sus satélites, cuando están en las últimas, en una órbita cementerio, unos 300 kilómetros más alta que la geoestacionaria en uso, de manera que no se conviertan en basura espacial para los satélites activos. Allí pueden permanecer hasta cien años antes de empezar a caer. Pero a veces los aparatos se estropean antes de poder ser dirigidos al cementerio espacial y otras veces no se cumple esa recomendación.
Fuente: elpais.com
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